La Casa de San Gil
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 Desde la Casa de San Gil, un recorrido guiado por Atienza, 

  Atienza, Villa medieval declarada Conjunto Histórico Artístico, fue  en tiempos pasados una ciudad de gran importancia . Llegó a tener más de 7.000 habitantes,  debido a su  situación estratégica y fronteriza, paso obligado entre las dos Castillas y cercana al colindante reino de Aragón. Por esta misma razón , con la unión de estos reinos a partir del siglo XV su importancia fue decreciendo . Sin embargo, ya sabes lo que dice el refrán: dónde hubo ,siempre  queda. Y eso que queda es lo que queremos compartir contigo y deseamos que conozcas y disfrutes.

Te encuentras  en el barrio de San Gil, representativo de la Atienza humilde y campesina, en  la casa  adosada por su parte trasera a la muralla dónde los más ancianos recuerdan que  tenía lugar la parada de las caballerías. Desde aquí queremos acompañarte, siguiendo las huellas del románico, en un paseo guiado por nuestro pueblo.

En este viaje en el tiempo te llevaremos a visitar sus tres museos de arte religioso ubicados en tres preciosas Iglesias (San Gil, La Trinidad y San Bartolomé), descubriremos  la arquitectura tradicional recorriendo  sus calles empedradas, subiremos al Castillo y  durante todo nuestro caminar respiraremos paz y tranquilidad, sin olvidarnos por supuesto, de gozar de los placeres de la buena mesa  disfrutando de la gastronomía de la zona: asado de cordero, cabrito frito, solomillo de corzo, setas o productos de la huerta.

                                     

Iniciamos nuestro paseo por el medievo en la Iglesia- Asilo de San Gil, donde  podemos ver el primer ábside románico, obra  el siglo XII. La portada de entrada es de estilo plateresco formada por arco de  medio punto. En el interior del templo podemos observar un bello presbiterio y  tres naves separadas por grandes arcos y cubiertas de artesonado mudéjar que  albergan , además de una preciosa pila bautismal románica y de  una colección arqueológica y de fósiles,  el magnífico Museo de Arte Sacro atencino,  una exposición de obras de diferentes  épocas ,  que estuvieron repartidas entre las 14 parroquias que tuvo la villa y que hoy admiramos  gracias al empeño , la tenacidad y el buen hacer de D. Agustín González , al que desde aquí, reiteramos nuestra  gratitud .

                                         

Continuamos nuestro paseo  por la calle Real donde se encuentra  la Fuente del tío Victoriano  que muestra  el escudo de la Villa y desembocamos en la Plaza de España,  la moderna plaza del Ayuntamiento. Típica plaza castellana con dos de sus costados ocupados por soportales y todo su entorno rodeado de edificaciones de diferentes  épocas. Te proponemos una parada para tomar aliento  y observar la fuente central , barroca con 3 delfines , detener la mirada en las construcciones  tradicionales entre  las que descubrir  un palacio del siglo XVI  -la casa natal de Juan Bravo el comunero que nació en Atienza en 1483-, y  en una calle aledaña ,la posada del cordón  y su preciosa ventana gótica del siglo XV. Alberga en la actualidad el moderno Centro de Interpretación etnográfico.

                                                  

A través de una estrecha calle en cuesta pasando por  la puerta de la muralla conocida como Arco de Arrebatacapas (descubrirás la razón del curioso nombre por ti mismo) desembocamos  en la Plaza del Trigo, el centro de la villa medieval.  En ella tenían lugar los mercados, los pregones , las corridas de toros y demás espectáculos. Aquí  se encontraba el primer Ayuntamiento y la cárcel, convertida  hoy en el mesón casa Encarna. En un lateral, adosado a la muralla, se alza la Iglesia parroquial de San Juan construída en el siglo XII y rehecha a finales del XVI y  en su  interior el retablo barroco del Altar Mayor con numerosas pinturas de Alonso del Arco. Entre las edificaciones tradicionales porticadas que conforman esta bellísima plaza, destaca la que exhibe en sus capiteles de madera tallada los emblemas del Cabildo de curas de Atienza (unas llaves cruzadas y un águila bicéfala)

                               

Continuamos nuestro paseo desde la casa del balcón esquinado por la calle Cervantes, para ir descubriendo varias viviendas blasonadas con los escudos de familias nobiliarias  y llegar a la Iglesia de la Trinidad, el segundo museo de arte sacro de la villa y  el segundo ábside románico del recorrido. Su interior , de una sola nave con diferentes capillas, merece una visita  aunque sea sólo por admirar la pila bautismal románica y el Cristo de los 4 clavos, una magnífica talla del siglo XIV de madera policromada con corona Real y no de espinas y con los pies separados. Sencillamente bellísima. La Iglesia alberga también  el Cristo arrodillado de Salvador Carmona y numerosos recuerdos de la cofradía de La Caballada.

                                                             

Desde aquí emprendemos el ascenso hacia el Castillo. Si nos  asomamos al mirador de la muralla, un portillo abierto por los soldados de Napoleón, podemos ver la Iglesia de San Salvador, actualmente  vivienda privada.

Estamos en el que era el  barrio más importante cuando se construyó la  Iglesia de Santa María del Rey  que fue edificada  a los pies del castillo, parece que  sobre una antigua mezquita,  a comienzos del siglo XII  y a instancias de Alfonso de Aragón( de ahí su nombre) Hoy día  forma parte del recinto del cementerio. Merece la pena acercarse a observar sus puertas. La puerta orientada al sur con  sus siete arquivoltas concéntricas decoradas con una masa de figuras entre las que se encuentran  Adán y Eva,  Cristo bendiciendo,  San Pedro con las llaves del cielo, San Pablo con una espada,  además de ángeles, demonios y otros personajes bíblicos. Y la puerta orientada al norte, con dos arcos concéntricos y unas columnas con capiteles decorados con motivos vegetales, en cuyo arco interior se pueden leer  talladas dos frases, una en latín y otra en árabe cuya traducción sería. “ La permanencia está en Dios”

Frente a nosotros  se  yergue  el monte del Padrastro. Suelo sobre el que se asentaron los poblados y castros celtíberos, los primeros habitantes de esta zona, que nos hablan de los remotos orígenes de Atienza.

Y alzando los ojos, el Castillo ,bien podemos  decir con Ortega y Gasset que parece una roca que está flotando, navegando indecisa entre el cielo y la tierra.

Aquí, sobre una Peña, donde los romanos tuvieron su Atalaya, los árabes construyeron su Castillo en el siglo XII. El ascenso puede impresionar, pero no es duro . Te proponemos coronar la fortaleza  subiendo por el camino por donde debió ascender  el mismo Almanzor, pues  durante la Reconquista, el castillo , que cambió de manos numerosas veces , fue ocupado y arrasado por  sus tropas, si bien fue reconstruido  por los propios árabes.

Se conservan restos de los recintos murados, del patio de armas y de dos aljibes y desde la terraza de la Torre del Homenaje disfrutaremos de un magnifico paisaje.

El Poema del  Mío Cid nos cuenta que éste en  su camino al destierro en Valencia  ,  decidió prudentemente  dejar Atienza y su castillo a distancia y no entablar combate, haciendo noche en las sierras de Miedes ,  “ de distro Atienza, las torres que moros las han”

D. Benito Pérez Galdós lo definió  como “ el más insolente guerrero de piedra que cabe imaginar”

Como curiosidad se dice que existía  una galería subterranea que comunicaba el  presbiterio de Santa Maria del Rey  con el castillo y que en la época en que  éste fue prisión  ,era utilizada a diario por el obispo de Badajoz  para bajar a decir misa.

Si ya estamos en el Torreón,  podemos buscar con la mirada los tres lienzos de muralla que rodean  la población:

La primera, alrededor del castillo y la plaza de armas.

La segunda , que era la que protegía el pueblo, construída por Alfonso VII  y de la que quedan tramos, torreones y puertas.  Pasa por detrás de la Iglesia de Santa María y transcurre por:

- la puerta de la Nevera al norte ( hoy desaparecida,) -el Arco de la guerra al sur,(un poco más abajo de la Trinidad, del que quedan restos) -el de Arrebatacapas o de San Juan al este(por el que ya has pasado)  y- la puerta de la Villa o de Armas al oeste( también desaparecida)

 Al bajar del Castillo podremos descubrir dos portillos que se abrieron para comunicar los barrios altos con los bajos, también murados, (el de la Virgen y el delas Escuelas Viejas)

La tercera muralla  fue una ampliación de Alfonso VIII , necesaria cuando creció la población atencina. Abarca varios arrabales y se conserva más incompleta . Ésta nos llevará  a pasar por la puerta de Antequera, (por la que seguramente habrás entrado al pueblo para acceder a nuestra casa, pues la Calle Real nace en ella) y  el Arco de la Salida , abarcando  la Judería., a la que el rey  D. Alfonso no quiso dejar desprotegida .

Este Rey dio un gran impulso a Atienza ,en agradecimiento a cuando siendo niño fue salvado por los habitantes de la villa que ,disfrazándole de arriero ,consiguieron  sacarle del pueblo y burlar así el asedio al que estaba sometido por la tropas de su tío Fernando de León. Seguramente habrás oído hablar de la Caballada, fiesta que conmemora este hecho. Es una de las fiestas populares más antiguas de España,  declarada de Interés Turístico Nacional, una tradición de más de 800 años de antigüedad que se celebra  el domingo de Pentecostés y que te animamos a conocer.

En nuestro callejear hemos llegado a la Iglesia /Museo de San Bartolomé, que conserva del románico una bellísima galería porticada con siete arcos de medio punto, atrio que antecede a la puerta de ingreso. En su origen, el templo tuvo una sóla nave, pero posteriormente se le añadió otra por el norte, comunicándose ambas a través de dos amplios arcos apuntados. En su interior, la capilla barroca del Cristo de Atienza ,y el tercer museo de arte sacro que te prometimos. Además,

para los aficionados a la paleontología, una curiosísima colección de fósiles que se dice es de las más completas de España. Junto al Museo se encuentra la fuente romana del siglo II y la Puerta de la Salida que, como ya sabes, es uno de los accesos del tercer cinturón de la Muralla.

Al atravesarla, nos alejamos de San Bartolomé para ir a buscar extramuros la Ermita de Nuestra Señora del Val y poder apreciar su arquivolta. Es una talla curiosísima de 10 personajes contorsionándose que se agarran con las manos al cilindro de piedra sobre el que enrollan su cuerpo, de tal forma  que se tocan la cabeza con los pies. Unos dicen que son monjes o musulmanes por sus tocados y otros, que algún grupo de feriantes ambulantes de la Edad Media. Con independencia de lo que sean, son verdaderamente hermosos y, sin duda merecen la visita.

Volvemos a casa recorriendo las ruinas de la muralla que rodeaban la judería, donde se calcula que vivían unas 30 familias antes de ser expulsadas en tiempos de los Reyes Católicos. Curiosamente nada se ha vuelto a edificar aquí. Por último, apreciamos el Ábside de San Francisco, restos de lo que fue un convento franciscano de estilo gótico inglés, construido a instancias de doña Catalina de Lancaster, esposa del rey Enrique III de Castilla y Señora de Atienza, del que sólo queda el ábside con sus altísimos ventanales tabicados de arco apuntado.

Deseamos que hayas disfrutado de tu paseo por Atienza y de su patrimonio histórico artístico. Te animamos también a gozar de su patrimonio natural y salir al campo a avistar corzos entre estepas y sembrados, a pasear por los pinares o a escuchar el sonido del viento entre los álamos….

 
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